En las últimas semanas no hemos parado de escuchar noticias que no nos permiten otra salida que ponernos las manos en la cabeza y rezar (los que aun conserven algún tipo de fe). Hemos vivido con desasosiego y preocupación, en algunos momentos incluso con miedo, como en España se ponían en práctica las recetas fracasadas de los organismos económicos internacionales (como el FMI), y lo que es más, lo hemos visto con un gobierno de pretendida tendencia social demócrata en el Gobierno. Las propuestas del Gobierno que encabeza Jose Luis Rodríguez Zapatero han supuesto un mazazo a las aspiraciones de los trabajadores y clases más necesitadas, realizando un bandazo importantísimo en su política social, retirando ayudas que mucho costaron conseguir como la de los nacimientos a partir de 2011 o la de alquileres a jóvenes emancipados con bajos sueldos. La política Zapatero se ha vuelto imprevisible en todos sus sentidos, y hemos visto que cualquier reunión del G-20 o una simple llamada de teléfono procedente del Presidente americano Barack Obama pueden resultar suficientes para cambiar drásticamente el rumbo político del Gobierno español, que debería haber sido, y no fue así, el referente claro de la UE durante su Presidencia en el primer semestre de 2010.
A todo esto si sumamos la aprobación por decreto de la reforma laboral, sin entendimiento con sindicatos, llegamos a la actual situación de crisis, desconfianza, y una huelga general el próximo día 29 de este mismo mes sobre la mesa. Las medidas planteadas por el gobierno además de abrir la puerta a la barra libre de la patronal para rebajar los salarios e incumplir los convenios colectivos, rompe acuerdos con los sindicatos y con el Pacto de Toledo, y da al traste con otras medida ya consolidadas socialmente y que son parte de nuestro sistema democrático.
El tiempo pasa y con él los errores se hacen cada vez más visibles. Han pasado casi seis años desde que Zapatero dijera que “bajar impuestos era de izquierdas”. Entonces la izquierda, más allá de su partido, no se lo creíó, y a los expertos tampoco les convencía esta afirmación. Gaspar Llamazares, Secretario General de Izquierda Unida, así lo expresaba: “Bajar los impuestos no es de izquierdas, nunca lo ha sido ni lo será”. Llegaron los superávits, tampoco propios de un Gobierno de izquierdas tan entregado a las políticas sociales como se declaraba este del PSOE, y todo parecía en calma. No obstante, todos lo sabemos, la economía es cíclica, como nos mostró J. K. Galbraith. Los tiempos difíciles llegaron, y con estos el descenso del crecimiento económico, en España nunca superior al 4% del PIB, y la recesión a la que estamos intentando remontar en estos momentos.
En estos dos años de crisis que llevamos, Zapatero ha tenido oportunidades de retractarse de esta afirmación, y de paso realizar la política de izquierdas que se le supone, pero no ha sido el caso. Es cierto, han subido algunos impuestos menores como el del tabaco y el alcohol, y también algunos importantes como el impuesto al consumo (IVA) o el de las rentas altas. Lamentablemente, y a falta de ver los resultados que esperanzadores no parecen, estas subidas de impuestos parecen claramente insuficientes.
Estas medidas, surgidas del FMI y del Presidente Obama, no consisten en otra cosa que lo que se vino aplicando en América Latina durante las últimas décadas, y que comportó duros gobiernos dictatoriales y difíciles transiciones (Pero para eso ya estábamos nosotros para dar ejemplo…) donde como siempre las poblaciones resultaban las grandes perjudicadas de todos y cada uno de estos procesos.
Carlos Carnicero, Master en Relaciones Internacionales por la London School of Economics, y Antonio Roldan, asesor económico en el Parlamento Europeo, piensan lo siguiente: “Si los gobiernos no han sido capaces de poner en marcha las reformas prometidas que les permitan mandar en los mercados, ¿qué autoridad tendrán sobre los ciudadanos para pedirles que hagan esfuerzos y se adapten a los nuevos tiempos? ( Diario Público, 16/04/2010). Ciertamente, como estos expertos nos indican, estamos viviendo un pulso constante entre los ciudadanos y los mercados, y hasta el momento parece que los mercados nos han tomado ventaja, y que los gobiernos de los Estados, en su posición de árbitro en la contienda no parecen dispuestos a equilibrar este pulso dando un empujón a sus ciudadanos.
En nuestras manos queda este pulso, que solo ganaremos defendiendo una salida de la crisis que se inicie con la creación de empleo, una contundente reforma fiscal, un control a la especulación y los beneficios de la Banca, e instando a los Gobiernos a tomar nuevas paquetes de medidas afines con la población que representan, que favorezca a los intereses de la mayoría de la población y no solo a unos pocos, y que mejore, no que empeore, a los más necesitados, es decir, a parados y pensionistas.
A todo esto si sumamos la aprobación por decreto de la reforma laboral, sin entendimiento con sindicatos, llegamos a la actual situación de crisis, desconfianza, y una huelga general el próximo día 29 de este mismo mes sobre la mesa. Las medidas planteadas por el gobierno además de abrir la puerta a la barra libre de la patronal para rebajar los salarios e incumplir los convenios colectivos, rompe acuerdos con los sindicatos y con el Pacto de Toledo, y da al traste con otras medida ya consolidadas socialmente y que son parte de nuestro sistema democrático.
El tiempo pasa y con él los errores se hacen cada vez más visibles. Han pasado casi seis años desde que Zapatero dijera que “bajar impuestos era de izquierdas”. Entonces la izquierda, más allá de su partido, no se lo creíó, y a los expertos tampoco les convencía esta afirmación. Gaspar Llamazares, Secretario General de Izquierda Unida, así lo expresaba: “Bajar los impuestos no es de izquierdas, nunca lo ha sido ni lo será”. Llegaron los superávits, tampoco propios de un Gobierno de izquierdas tan entregado a las políticas sociales como se declaraba este del PSOE, y todo parecía en calma. No obstante, todos lo sabemos, la economía es cíclica, como nos mostró J. K. Galbraith. Los tiempos difíciles llegaron, y con estos el descenso del crecimiento económico, en España nunca superior al 4% del PIB, y la recesión a la que estamos intentando remontar en estos momentos.
En estos dos años de crisis que llevamos, Zapatero ha tenido oportunidades de retractarse de esta afirmación, y de paso realizar la política de izquierdas que se le supone, pero no ha sido el caso. Es cierto, han subido algunos impuestos menores como el del tabaco y el alcohol, y también algunos importantes como el impuesto al consumo (IVA) o el de las rentas altas. Lamentablemente, y a falta de ver los resultados que esperanzadores no parecen, estas subidas de impuestos parecen claramente insuficientes.
Estas medidas, surgidas del FMI y del Presidente Obama, no consisten en otra cosa que lo que se vino aplicando en América Latina durante las últimas décadas, y que comportó duros gobiernos dictatoriales y difíciles transiciones (Pero para eso ya estábamos nosotros para dar ejemplo…) donde como siempre las poblaciones resultaban las grandes perjudicadas de todos y cada uno de estos procesos.
Carlos Carnicero, Master en Relaciones Internacionales por la London School of Economics, y Antonio Roldan, asesor económico en el Parlamento Europeo, piensan lo siguiente: “Si los gobiernos no han sido capaces de poner en marcha las reformas prometidas que les permitan mandar en los mercados, ¿qué autoridad tendrán sobre los ciudadanos para pedirles que hagan esfuerzos y se adapten a los nuevos tiempos? ( Diario Público, 16/04/2010). Ciertamente, como estos expertos nos indican, estamos viviendo un pulso constante entre los ciudadanos y los mercados, y hasta el momento parece que los mercados nos han tomado ventaja, y que los gobiernos de los Estados, en su posición de árbitro en la contienda no parecen dispuestos a equilibrar este pulso dando un empujón a sus ciudadanos.
En nuestras manos queda este pulso, que solo ganaremos defendiendo una salida de la crisis que se inicie con la creación de empleo, una contundente reforma fiscal, un control a la especulación y los beneficios de la Banca, e instando a los Gobiernos a tomar nuevas paquetes de medidas afines con la población que representan, que favorezca a los intereses de la mayoría de la población y no solo a unos pocos, y que mejore, no que empeore, a los más necesitados, es decir, a parados y pensionistas.
FRANK MORALES
Politólogo
Podeis completar la información de este artículo con "Bendita austeridad que nos sacaras de la crisis" por Almudena Díaz.
ResponderEliminarhttp://plataformaoap.blogspot.com/2010/07/bendita-austeridad-que-nos-sacaras-de.html