Pocas son las voces que a estas alturas aun defienden el actual gobierno catalán: el archiconocido segundo gobierno “Tripartito” o también llamado de Entesa. Hemos tenido fracturas en el interior de los partidos, salidas de tono de algunos consellers, reprimendas, y un Presidente de la Generalitat criticado desde su investidura por ¾ partes de la ciudadanía catalana. La legislatura puede ser calificada de todo, menos de tranquila, y mucho menos si tenemos en cuenta el contexto en el que se ha producido, con la polémica del Estatut y la famosa crisis económica de la cual tampoco nadie se ha ahorrado su opinión.
A pesar de lo incongruente que pueda parecer, el término tripartito tal como lo hemos visto los últimos 7 años en los gobiernos catalanes y el término coalición de partidos poco tienen que ver el uno con el otro. Lo que el pacto PSC-ERC-ICV ha significado no ha sido otra cosa que un pacto a tres bandas, una repartición del poder gubernamental, sin existencia de un programa de acción común ni de ningún sistema que sirviera para cohesionar les conselleries y departaments de la Generalitat.
Antes de finalizar la anterior legislatura, también con una agitada vida, ya se preveía que el entendimiento para la consecución de un nuevo tripartito seria difícil, incluso existían grandes dudas acerca de si ERC desearía volver a formar gobierno con el PSC, pero estas dudas quedaron en puras conjeturas cuando se vio que tanto unos como otros salieron aun más debilitados de las nuevas elecciones legislativas en 2006. El pacto era necesario para gobernar, e ICV volvía a aparecer como la única parte optimista acerca de la viabilidad del nuevo tripartito.
Ahora, la situación no parece haber cambiado lo más mínimo; nuevamente, los “socios de la Entesa” o del Tripartito van a llegar a las elecciones sin poderse ni ver entre ellos, con una imagen pública difícilmente peor, pero esta vez con una cosa clara, las elecciones se les plantean como una dura cuesta que por si solos no serán capaces de conseguir pasar.
Ahora, el PSC debe luchar contra una imagen desgastada de si mismo a causa de sus titubeantes 7 años de mandato, marcados por el desencuentro con las otras fuerzas políticas que formaban el Gobierno, por las críticas a sus líderes, por el Estatut, y por la turbia relación con el gobierno socialista del Estado. ICV por su parte, también va a salir muy dolida de esta legislatura debido a las constantes críticas y polémicas suscitadas por los actos del Conseller de Interior Joan Saura. No obstante, la aparición como candidato de Joan Herrera y el descalabro electoral que les podría suceder al PSC y a ERC podría convertir al grupo eco-socialista en una pieza importante en el nuevo parlamento catalán. Pero es sin duda ERC la gran perjudicada de la actual legislatura. Todo apunta a que sus conflictos internos, escisiones y su ambigua actitud en diversos momentos, entre los cuales el plante ante sus socios frente la reforma del Tribunal Constitucional hace apenas unas semanas, precipitaría su caída libre, cada vez menos sustentada por el voto nacionalista que podría moverse hacia las posturas de Reagrupament o CiU.
Ante este hecho, no cabe la menor duda, CiU se está frotando las manos. Se sabe ganador, y ahora probablemente ya esté realizando números acerca de cómo será esta victoria, y en caso de no ser con mayoría absoluta quien sería su principal apoyo: a priori todo indica que será ERC, siempre y cuando estos sobrevivan de la caída libre que muchos le vaticinan.
De esta manera, un nuevo Tripartito ya no solo se empieza a contemplarse como una opción imposible por la falta de interés de su socios en que este se produzca, si no quizá también por el impedimento de no poder competir matemáticamente con la opción de CiU.
Pero todas estas dudas no podrán ser despejadas hasta dentro de unos meses. Hasta el momento, y visto lo visto, todo parece posible.
FRANK MORALES
Politólogo
És necessari una alternativa: aviam si ICV aconsegueix arrossegar part de l'electorat. La sort està tirada!
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