Las redes sociales son como tener una pareja: ilusiona al principio, pero pasado un tiempo, la novedad y la alegría, la rutina, o mejor dicho, su carácter mismo, llevan a preguntarte si en realidad estás hiciste lo correcto.
Facebook, sobretodo, se ha convertido en el escaparate que unos bien se disfrazan de lo que quieren, viviendo un carnaval continúo de un año de duración, y en el que otros se dedican a cotillear en la vida de los demás. Al echar por tierra la teoría de los seis pasos –ahora cualquiera puede tener “contacto directo” con las personalidades a las que admira- se elimina también la magia que supone encontrarse con una obra libre de prejuicios. ¡A cuántos nos ha cambiado la opinión de un determinado escritor o actor que nos encantaba y del que hemos interpretado, ventana red social mediante, que es un cretino!
La película “La red social” ha sido un éxito y su lema rezaba grosso modo que una persona no puede hacerse un buen número de amigos sin ganarse algunos enemigos. Olvidamos que al abrirnos una cuenta en FB, Twitter y similares abrimos una ventana al mundo que por supuesto está presente de cara a nuestros enemigos, entiéndase éstos como enemigos reales, ex amantes o las personas que están por encima en cargo (no necesariamente en responsabilidad o aptitud) en la empresa. Una pregunta interesante es si deberíamos darles esta ventaja, ya que en este escaparate que supone mostrar la vida de uno mismo vuelve más delgada la línea que separa lo personal de lo laboral y pronto figura, talón de Aquiles representado, la autocensura. Algo muy malo sucede en una red social cuando el usuario de la misma empieza a valorar la violencia propia de sus estados o los efectos que éstos pueden tener en terceros, a riesgo de caer sobre ellos un castigo ejemplar. Lo que se supone una ventana abierta adalid de la libertad de expresión termina siendo un espejo más de la miseria humana, de los mismos dilemas que nos suceden cada día y a todas horas, con el agravante de que se deja constancia en imágenes o por escrito.
Por si fuera poco, el número de amistades es interpretado por algunos como mera cuestión de estatus cuando en la vida real, la que empieza cuando apagas el ordenador, lo que cuenta son los amigos tangibles y en el fondo sólo ésos se pueden contar con los dedos de una mano.
Lo único positivo de las redes sociales es el afán aglutinador de las mismas y la capacidad de movilización que comportan. De la misma manera que se convocaron masivas manifestaciones post 11M a través de mensajes telefónicos, Twitter y FB han servido sobretodo en los últimos días para movilizar a la ciudadanía –o una parte de ella, por supuesto- para tomar acciones de, por y para si se aprobaba la necesaria ley Sinde (ley peligrosa y terriblemente mal redactada en su forma, pero a menudo se nos olvida que los artistas, como trabajadores mismos, forman parte de la población y que por lo tanto debieran ver recompensado económicamente su trabajo; otra cosa es el discurso usado para defender estos derechos básicos y, sobretodo, constitucionales).
Me resulta curioso la euforia de los grupos en contra de la ley y las palmadas en la espalda que se daban entre sí los políticos que votaron en contra cuando en realidad no han hecho más que demostrar de nuevo que cómo funciona el sistema parlamentario español, donde todo se negocia en función de favores y no de los intereses reales de la ciudadanía.
CiU hasta el miércoles no se había preocupado lo más mínimo de la ley Sinde, (de hecho iba a abstenerse) pero ayer, viendo cómo la masa de internet y la prensa trataban el tema, decidió anotarse un tanto de popularidad y tratar de sacar rédito político de esto. Una de las cosas que negoció para no votar en contra (y que no consiguió) era que el PSC se abstuviera en la votación para el nombramiento de Mas.
Vamos, toda una victoria de los internautas y en la defensa de sus derechos. Además, estos mismos que hoy se congratulan de lo conseguido con la presión "ciudadana" son los que dentro de dos años cargarán contra lobbies del tipo Foro de la Familia porque condicionen la política social del PP o lo primero que dificulte la aprobación/implantación de leyes y decretos.
Y de eso, sí, quedará constancia por escrito en blogs y en estados convocantes, algo que ocurre y que a menudo olvidan los políticos que pasa. Quizá a través de las redes sociales, tratadas de una manera menos frívola, pueda cambiarse un poco el mundo.
Facebook, sobretodo, se ha convertido en el escaparate que unos bien se disfrazan de lo que quieren, viviendo un carnaval continúo de un año de duración, y en el que otros se dedican a cotillear en la vida de los demás. Al echar por tierra la teoría de los seis pasos –ahora cualquiera puede tener “contacto directo” con las personalidades a las que admira- se elimina también la magia que supone encontrarse con una obra libre de prejuicios. ¡A cuántos nos ha cambiado la opinión de un determinado escritor o actor que nos encantaba y del que hemos interpretado, ventana red social mediante, que es un cretino!
La película “La red social” ha sido un éxito y su lema rezaba grosso modo que una persona no puede hacerse un buen número de amigos sin ganarse algunos enemigos. Olvidamos que al abrirnos una cuenta en FB, Twitter y similares abrimos una ventana al mundo que por supuesto está presente de cara a nuestros enemigos, entiéndase éstos como enemigos reales, ex amantes o las personas que están por encima en cargo (no necesariamente en responsabilidad o aptitud) en la empresa. Una pregunta interesante es si deberíamos darles esta ventaja, ya que en este escaparate que supone mostrar la vida de uno mismo vuelve más delgada la línea que separa lo personal de lo laboral y pronto figura, talón de Aquiles representado, la autocensura. Algo muy malo sucede en una red social cuando el usuario de la misma empieza a valorar la violencia propia de sus estados o los efectos que éstos pueden tener en terceros, a riesgo de caer sobre ellos un castigo ejemplar. Lo que se supone una ventana abierta adalid de la libertad de expresión termina siendo un espejo más de la miseria humana, de los mismos dilemas que nos suceden cada día y a todas horas, con el agravante de que se deja constancia en imágenes o por escrito.
Por si fuera poco, el número de amistades es interpretado por algunos como mera cuestión de estatus cuando en la vida real, la que empieza cuando apagas el ordenador, lo que cuenta son los amigos tangibles y en el fondo sólo ésos se pueden contar con los dedos de una mano.
Lo único positivo de las redes sociales es el afán aglutinador de las mismas y la capacidad de movilización que comportan. De la misma manera que se convocaron masivas manifestaciones post 11M a través de mensajes telefónicos, Twitter y FB han servido sobretodo en los últimos días para movilizar a la ciudadanía –o una parte de ella, por supuesto- para tomar acciones de, por y para si se aprobaba la necesaria ley Sinde (ley peligrosa y terriblemente mal redactada en su forma, pero a menudo se nos olvida que los artistas, como trabajadores mismos, forman parte de la población y que por lo tanto debieran ver recompensado económicamente su trabajo; otra cosa es el discurso usado para defender estos derechos básicos y, sobretodo, constitucionales).
Me resulta curioso la euforia de los grupos en contra de la ley y las palmadas en la espalda que se daban entre sí los políticos que votaron en contra cuando en realidad no han hecho más que demostrar de nuevo que cómo funciona el sistema parlamentario español, donde todo se negocia en función de favores y no de los intereses reales de la ciudadanía.
CiU hasta el miércoles no se había preocupado lo más mínimo de la ley Sinde, (de hecho iba a abstenerse) pero ayer, viendo cómo la masa de internet y la prensa trataban el tema, decidió anotarse un tanto de popularidad y tratar de sacar rédito político de esto. Una de las cosas que negoció para no votar en contra (y que no consiguió) era que el PSC se abstuviera en la votación para el nombramiento de Mas.
Vamos, toda una victoria de los internautas y en la defensa de sus derechos. Además, estos mismos que hoy se congratulan de lo conseguido con la presión "ciudadana" son los que dentro de dos años cargarán contra lobbies del tipo Foro de la Familia porque condicionen la política social del PP o lo primero que dificulte la aprobación/implantación de leyes y decretos.
Y de eso, sí, quedará constancia por escrito en blogs y en estados convocantes, algo que ocurre y que a menudo olvidan los políticos que pasa. Quizá a través de las redes sociales, tratadas de una manera menos frívola, pueda cambiarse un poco el mundo.
RAUL PORTERO
Escritor
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