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jueves, 23 de diciembre de 2010

Facebookmundi

Las redes sociales son como tener una pareja: ilusiona al principio, pero pasado un tiempo, la novedad y la alegría, la rutina, o mejor dicho, su carácter mismo, llevan a preguntarte si en realidad estás hiciste lo correcto.

Facebook, sobretodo, se ha convertido en el escaparate que unos bien se disfrazan de lo que quieren, viviendo un carnaval continúo de un año de duración, y en el que otros se dedican a cotillear en la vida de los demás. Al echar por tierra la teoría de los seis pasos –ahora cualquiera puede tener “contacto directo” con las personalidades a las que admira- se elimina también la magia que supone encontrarse con una obra libre de prejuicios. ¡A cuántos nos ha cambiado la opinión de un determinado escritor o actor que nos encantaba y del que hemos interpretado, ventana red social mediante, que es un cretino!

La película “La red social” ha sido un éxito y su lema rezaba grosso modo que una persona no puede hacerse un buen número de amigos sin ganarse algunos enemigos. Olvidamos que al abrirnos una cuenta en FB, Twitter y similares abrimos una ventana al mundo que por supuesto está presente de cara a nuestros enemigos, entiéndase éstos como enemigos reales, ex amantes o las personas que están por encima en cargo (no necesariamente en responsabilidad o aptitud) en la empresa. Una pregunta interesante es si deberíamos darles esta ventaja, ya que en este escaparate que supone mostrar la vida de uno mismo vuelve más delgada la línea que separa lo personal de lo laboral y pronto figura, talón de Aquiles representado, la autocensura. Algo muy malo sucede en una red social cuando el usuario de la misma empieza a valorar la violencia propia de sus estados o los efectos que éstos pueden tener en terceros, a riesgo de caer sobre ellos un castigo ejemplar. Lo que se supone una ventana abierta adalid de la libertad de expresión termina siendo un espejo más de la miseria humana, de los mismos dilemas que nos suceden cada día y a todas horas, con el agravante de que se deja constancia en imágenes o por escrito.

Por si fuera poco, el número de amistades es interpretado por algunos como mera cuestión de estatus cuando en la vida real, la que empieza cuando apagas el ordenador, lo que cuenta son los amigos tangibles y en el fondo sólo ésos se pueden contar con los dedos de una mano.

Lo único positivo de las redes sociales es el afán aglutinador de las mismas y la capacidad de movilización que comportan. De la misma manera que se convocaron masivas manifestaciones post 11M a través de mensajes telefónicos, Twitter y FB han servido sobretodo en los últimos días para movilizar a la ciudadanía –o una parte de ella, por supuesto- para tomar acciones de, por y para si se aprobaba la necesaria ley Sinde (ley peligrosa y terriblemente mal redactada en su forma, pero a menudo se nos olvida que los artistas, como trabajadores mismos, forman parte de la población y que por lo tanto debieran ver recompensado económicamente su trabajo; otra cosa es el discurso usado para defender estos derechos básicos y, sobretodo, constitucionales).

Me resulta curioso la euforia de los grupos en contra de la ley y las palmadas en la espalda que se daban entre sí los políticos que votaron en contra cuando en realidad no han hecho más que demostrar de nuevo que cómo funciona el sistema parlamentario español, donde todo se negocia en función de favores y no de los intereses reales de la ciudadanía.

CiU hasta el miércoles no se había preocupado lo más mínimo de la ley Sinde, (de hecho iba a abstenerse) pero ayer, viendo cómo la masa de internet y la prensa trataban el tema, decidió anotarse un tanto de popularidad y tratar de sacar rédito político de esto. Una de las cosas que negoció para no votar en contra (y que no consiguió) era que el PSC se abstuviera en la votación para el nombramiento de Mas.
Vamos, toda una victoria de los internautas y en la defensa de sus derechos. Además, estos mismos que hoy se congratulan de lo conseguido con la presión "ciudadana" son los que dentro de dos años cargarán contra lobbies del tipo Foro de la Familia porque condicionen la política social del PP o lo primero que dificulte la aprobación/implantación de leyes y decretos.

Y de eso, sí, quedará constancia por escrito en blogs y en estados convocantes, algo que ocurre y que a menudo olvidan los políticos que pasa. Quizá a través de las redes sociales, tratadas de una manera menos frívola, pueda cambiarse un poco el mundo.
RAUL PORTERO
Escritor

viernes, 17 de diciembre de 2010

La Guerra de Corea 1950-1953

En este artículo trataremos de observar la fase bélica entre las dos coreas ocurrida entre los años 1950 y 1953. Este conflicto, como vemos estos días, no ha finalizado. La razón es obvia: La lucha armada finalizó, hubo acuerdos de no agresión, incluso acercamientos puntuales, pero las incompatibilidades nunca desaparecieron. El conflicto como tal podemos decir que ha estado normalizado durante casi 60 años, con únicamente pequeños incidentes aislados en la zona desmilitarizada. No obstante, la creciente presencia militar estadounidense con pruebas militares en terreno surcoreano, ha puesto en tensión a Corea del Norte, hasta el punto de iniciar un cruce de bombardeos entre las dos coreas, que solo una inminente mediación, probablemente china, podría sofocar y reducir.

La fase bélica de este conflicto se produjo entre el 1950 y 1953, suponiendo el primer conflicto de la Guerra Fría, y la primera muestra seria de lo que sería la dicotomía entre el bloque del Este liderado por la URSS y el bloque occidental liderado por USA, que caracterizaría toda la segunda mitad del siglo XX.

Este conflicto se produce en la Península de Corea, y entre los actores que intervienen en este se encuentran no solo las dos coreas divididas (Corea del Sur y Corea del Norte, sino también las grandes potencias (USA, URSS), y otras potencias regionales (la R.P. China), así como otros muchos aliados menores.

Podemos considerar este periodo del conflicto, como la fase bélica de tal, como un conflicto interestatal entre las Corea del Sur y Corea del Norte, pero con un alto grado de internacionalización, hecho clave característico de los conflictos de la Guerra Fría. Este conflicto interestatal supone el mayor conflicto de esta índole de la Guerra Fría, y el único en el que tropas soviéticas y americanas combaten de forma directa.

Antecedentes del conflicto

Ya durante el siglo XIX Corea tenía una de sus principales características que incluso en estos momentos conserva: la introversión. Como Estado unificado era considerado un “Estado ermitaño”, sin relaciones diplomáticas ni comerciales. Solo China mantenía alianzas con el país peninsular, pero ni así pudo evitar que Japón, en 1910 cuando los nipones buscaban erigirse como la potencia industrial de la zona, se anexionara la península y extinguieran la dinastía coreana vigente (Joseon).

La anexión de la península de Corea, respondía al interés japonés de explotar una región muy rica territorialmente, debido a su posición geoestratégica y su potencial económico y comercial. El Gobierno colonial japonés explotó hasta lo inimaginable la región, especialmente en el sector agrícola y pesquero, y favoreció en gran cantidad a sus ciudadanos que se mudaban a las regiones coreanas. En cambio, los autóctonos coreanos padecieron las consecuencias de la anexión viendo como su nivel de vida empeoraba considerablemente, como efecto del déficit alimentario que padecía su población al privarles mediante la exportación masiva de dos elementos básicos de la dieta coreana: el arroz y el pescado.

Es en este contexto que nace el sentimiento “pancoreano” de la población de la península, que se incrementaba al sumarse la imposición de los valores nipones a la sociedad coreana, mucho más tradicional.

El fin de la Segunda Guerra Mundial supuso de esta manera la cara y la cruz de la situación coreana. Por un lado, la caída del Imperio Japonés suponía la teórica liberación y vuelta a la Corea independiente. No obstante, la desaparición de los estándares nipones, supuso una crisis existencial de valores dentro de la sociedad coreana, cuyos valores resultaban difusos después de más de 30 años de ocupación, y que supuso que en el contexto internacional de creciente crispación de los inicios de la Guerra Fría las dos superpotencias nacientes, la URSS y Estados Unidos, se repartieran el territorio para negociar la reconstrucción de Corea.

El Norte de la Península de Corea pasó a estar dominada por la URSS, mientras que la parte Sur la dominaba Estados Unidos. Las negociaciones entre ambas superpotencias no prosperaban, i se convocaron elecciones en todo el país, de donde saldría el futuro del Estado coreano, el 10 de mayo de 1948. Pero en estas elecciones solo intervino el Sur, cosa que sirvió para declarar la Independencia de Corea del Sur, bajo influencia directa de Estados Unidos, quien mantendría tropas en la zona. Poco después, Corea del Norte haría exactamente lo mismo y declararía su Independencia. Los dos Estados reclamaban ser la legítima y única Corea, separados únicamente por una línea imaginaria (El paralelo 38), y cada uno con el apoyo de una de las superpotencias. Así nace el escenario que impulsa que el 25 de junio de 1950 se inicie la Guerra de Corea.

Problemas Centrales e Incompatibilidades

Para analizar los problemas centrales que encontramos en este conflicto, es primordial que encontremos los objetivos principales de las partes en conflicto: Corea del Sur y Corea del Norte . Es importante resaltar, que los motivos de incompatibilidad en un conflicto son muchos y de muchas tipos diferentes, y que para analizarlos debemos tener en cuenta tanto la parte visible (más fácil de analizar: Posiciones, acciones, etc.) como la no visible (Más complicadas: Intereses, Percepciones, Observación, Intenciones, Valores, necesidades, etc.).

Ambos Estados persiguen crear un Estado coreano unificado. Es decir, el primer objetivo es territorial. Tanto la República Democrática Popular de Corea (Corea del Norte), como la República de Corea (Corea del Sur) se reivindican a si mismos como el único y legítimo Estado coreano, y por tanto, buscan unificar militarmente el Estado en uno solo. Por tanto, encontramos como primer objetivo esta unificación, basado en un sentimiento de identidad de representar al verdadero y único pueblo coreano.
Otro objetivo incompatible entre ambos países es el modelo de Estado. Este motivo ideológico marca la gran rivalidad existente entre las dos coreas, y dificulta la gobernación. Desde Corea del Norte se entiende que Corea solamente puede haber una, socialista y alejada de la esfera de influencia norteamericana. En cambio, desde Corea del Sur se entiende que el Estado debe ser aliado occidental, democrático, abierto al comercio y la innovación, y alejado de la esfera de la URSS. Esta incompatibilidad a la hora de entender como debe ser Corea, hace acrecentar la rivalidad entre los dos países, que se consideran poseedores de la repuesta a esta dicotomía, y hace crecer dentro suyo la voluntad de homogeneizar la región.

A estos elementos, también debemos contar con el elemento de la tierra. Con la división a partir del Paralelo 38, Corea del Norte se quedó con prácticamente menos del 18% de tierra cultivable de la Península, cosa que sin duda acrecentaba su interés en dominar mayor territorio de Corea del Sur, y más cuando el Estado socialista pretendía basar su economía en la autarquía.

Actores en el Conflicto

En este apartado clasificaremos a los actores que intervienen en el conflicto. Separaremos estos actores en función de su intervención o interés en el conflicto. De esta manera los clasificamos en Actores Primarios (AP), como aquellos que intervienen directamente en el conflicto en todas sus fases, son los principales combatientes y afectados; Actores Secundarios (AS), Intervienen o son directamente afectados en alguna fase o indirectamente en todas; Actores Terciarios (AT), son afectados de forma puntual indirectamente por el conflicto.

Los AP en la Guerra de Corea son, como hemos comentado antes, los dos nuevos Estados independientes de Corea del Norte (RD de Corea) y Corea del Sur (Rep. De Corea). Estos actores son los principales contendientes en el conflicto, como hemos visto en el apartado anterior, y estaban apoyados cada uno por una de las superpotencias y por otras potencias regionales, quien les suministraran armas y material militar (Caso de la URSS con Corea del Norte) o incluso combatirán de forma activa por alguna de los dos bandos (Estados Unidos para Corea del Sur, y China por Corea del Norte ).

Los AS básicos en este conflicto son Estados Unidos, la URSS, la República Popular China, y la Organización de las Naciones Unidas (UN).

Muchos estudios revelan que probablemente la Guerra de Corea fue el escenario donde más cerca estuvieron Estados Unidos y la URSS de iniciar un conflicto bélico. Estados Unidos intervino en todas las fases del conflicto, como principal aliado de Corea del Sur, y capitaneando a su vez las tropas de las UN. Aunque el avance del ejército de Corea del Norte hacia el Sur parece ser que cogió un poco por sorpresa a los Estados Unidos, a pesar de que informes de los últimos meses antes del suceso ya anunciaban que esta iniciativa norcoreana podía producirse en breve, la reacción norteamericana fue inmediata. El Gobierno en Washington pidió la convocatoria del Consejo de Seguridad de las UN, y este aprobó una resolución (Resolución UN/82) que permitía al ejército americano capitanear un ejército que hiciera frente al ejército norcoreano, mejor equipado, con una tecnología más avanzada y con el apoyo logístico de la URSS. A Estados Unidos le interesaba preservar la integridad territorial de la zona, así como mantener el país bajo su esfera de influencia para hacer de baluarte económico contra el comunismo que se extendía por Asia Oriental, situación que ya había comprobado beneficiosa con el caso de Japón.

La URSS por su lado evitó intervenir directamente en el conflicto, aunque su colaboración con el bando norcoreano se hacía patente en el material militar que aportaban. La resolución de la UN cogió desprevenida a la URSS, quien desde hacia seis meses practicaba la política de “silla vacía” en este órgano como acción de protesta por la negativa de la UN de admitir a la República Popular China dentro del organismo, donde ocupaba el lugar chino el Gobierno nacionalista chino en el exilio de la isla de Taiwán. La URSS, aunque condenó esta resolución y brindó apoyo a Corea del Norte, manifestó su intención de no intervenir en el conflicto, y su voluntad de mantener los dos Estados coreanos con la coexistencia de dos sistemas políticos diferentes. De esta manera, el principal interés de la URSS en el conflicto es proteger la integridad territorial de la zona, y hacer cumplir los acuerdos internacionales que separaban la Península de Corea en dos Estados separados por la frontera del Paralelo 38.

China fue, sin duda, un actor clave en el conflicto. Con el triunfo del bando comunista en la Guerra Civil china y la posterior proclamación el 1 de octubre de 1949 de la República Popular China (no reconocida por la UN hasta 1971), cambia completamente el equilibrio de poder en Asia, con la presencia de dos macroestados (la URSS y China) que mostraban su apoyo a la implantación de un Estado unitario comunista liderado por Kim Il Sung, líder de Corea del Norte. Kim Il Sung, al verse apoyado por estas dos potencias no dudó en dar el paso trascendental de sobrepasar con su ejército el paralelo 38 y invadir Corea del Sur. No obstante, China no veía con buenos ojos la posibilidad que se produjera una guerra en terreno coreano, ya que esto podría motivar una intervención americana que desestabilizara la ya de por si convulsa situación en Asia, y donde la presencia americana podría resentir y hacer de escudo a las pretensiones chinas de recuperar Taiwán, donde residía en el exilio el Gobierno Nacionalista Chino, y el territorio de Mongolia, interesante por sus recursos y su valor geoestratégico. No obstante, una vez iniciado el conflicto, y con la UN dispuesta a intervenir, China no dudó en prestar ayuda directa al régimen norcoreano, y más cuando pudo ver que esta intervención internacional llevaba a las tropas americanas muy cerca de su frontera en el rio Yalu. Se puede decir, que la intervención china fue más fruto del sentirse directamente amenazada, que no por su especial interés en que Corea del Norte consiguiera sus objetivos de unificar la Península.

En cuanto a la UN, como ya hemos comentado, fue un actor clave en el conflicto en su función de intervención militar en el conflicto. Una vez producida la invasión de Corea del Norte sobre Corea del Sur, Estados Unidos demandó al Consejo de Seguridad que se pronunciará, y este, que no contaba con la presencia de la URSS, en protesta por la no inclusión de la China comunista, y por tanto también sin la oposición de China, cuyo puesto ocupada el Gobierno nacionalista en el exilio, resolvió mediante las Resoluciones 82-85 la intervención militar en el conflicto. Esta sería la primera intervención militar de la UN, y constó de una condena de la invasión norcoreana y el llamamiento de una intervención para detener el conflicto, restablecer la paz al territorio, y prestar ayuda militar a Corea del Sur. La intervención militar estuvo liderada por Estados Unidos, y constó de una coalición de 16 miembros.

Los AT a destacar en el conflicto son Japón, Taiwán y otros Estados descolonizados del Asia Oriental. Estos Estados no intervienen directamente en el conflicto, pero son influidos por este de una forma substancial.

En el caso de Taiwán, donde residía el Gobierno Nacionalista chino en el exilio, fue un actor importante. La isla contaba con la defensa de Estados Unidos, la legitimidad de la ONU y el interés de la China comunista de recuperar su control, cosa que hacía a este pequeño territorio un foco internacional importante. Durante el conflicto, Estados Unidos no olvidó la protección de la zona, y ordenó a su Séptima Flota que protegiera la zona, a la vez que utilizaba la isla, como también las islas japonesas como bases en el territorio, lo que le permitía una rápida intervención durante todo el conflicto. Pero desde los Nacionalistas chinos también existía el interés por intervenir activamente en el conflicto, cosa que se muestra en su posición afirmativa en cuanto a la intervención de la UN en el Consejo de Seguridad, donde recordemos era miembro permanente, y su voluntariedad de intervenir militarmente dentro de los comandos UN. No obstante, su petición de intervenir fue denegada por Estados Unidos, quien consideraba un peligro por las repercusiones que tendría esta intervención para la China comunista.

En cuanto a Japón, su intervención directa en el conflicto fue mínima, pero su repercusión indirecta sí que fue reseñable. Japón, en su nueva posición de aliado de los Estados Unidos representaba una región clave en la geoestratégia americana para mantener su posición en Asia Oriental. Las islas japonesas supusieron un punto clave para desarrollar la estrategia y para orientar el sentido del conflicto. Además, el país nipón fue el gran beneficiado del conflicto; las necesidades de material a la zona de los Estados Unidos se realizaron durante el transcurso de la guerra mediante un complejo sistema de “pedidos” que permitía la provisión y la compra local sin los problemas propios de los flujos comerciales. Además, la industria japonesa, muy resentida por la Segunda Guerra Mundial, comenzó de nuevo a funcionar gracias a la inversión americana, y fábricas como Mitsubishi o Mitsui entre otras comenzaron a prosperar en el ámbito militar, sabiendo reconvertirse a otros sectores después del conflicto. La manufactura japonesa aumentó cerca de un 50% entre 1950 y 1951, y para 1952 ya doblaba la producción de 1949.

Finalmente, cabe destacar la influencia que tuvo este conflicto en lo sucedido poco después en otros puntos cercanos de Asia Oriental. Prácticamente al mismo tiempo que se iniciaba este conflicto en Corea, un poco más al Sur, en Vietnam, que ya llevaba duras batallas con Francia por su independencia en las Guerras Indochinas, se proclamaba la división del país en dos Estados: Vietnam del Norte, bajo influencia comunista, y Vietnam del Sur, bajo influencia occidental. Esta división no tardaría mucho más en desenvoluparse como un nuevo conflicto que sería la Segunda Guerra de Indochina, o más conocida como Guerra de Vietnam, donde el desarrollo de acontecimientos que llevan al conflicto se asemeja mucho al conflicto coreano. Otros Estados de Asia Oriental, como Laos o Camboya, también sucumbieron a la esfera comunista desarrollando duros enfrentamientos con su propia población.

De esta manera, como hemos podido ver en esta clasificación de actores del conflicto, encontramos dos bandos claros en el conflicto, cada uno de ellos con la presencia de una de las superpotencias, y con bastante simetría de fuerzas, cosa que supuso el “estancamiento” del conflicto que llevó al armisticio de 1953.
El primero de estos bandos, amparado por la legitimidad de la UN, lo forma Corea del Sur, con el apoyo militar del ejército de los Estados Unidos, encabezando la fuerza militar de la UN, formada por 16 Estados. Este bando contaba con una fuerza militar de aproximadamente 1 millón de unidades, siendo especialmente significativo el número de efectivos surcoreano y estadounidense. Se estima que durante el conflicto este bando tuvo cerca de 200.000 bajas, de las cuales, la gran mayoría serian procedente de Corea del Sur.

El otro bando lo forman Corea del Norte, y las dos potencias comunistas de la zona, la URSS, que interviene apoyando públicamente a Corea del Norte y proporcionándole material militar para el conflicto, y China, que interviene militarmente en el conflicto a favor del régimen norcoreano. Los datos de este bando son menos fiables, pero se presupone que podrían contar con un número entre 1’5 y 2 millones de efectivos en combate, de los cuales más de la mitad serian procedentes de la China comunista. Se estiman que sus bajas rondarían unos 400.000 soldados.

Proceso y Dinámica del Conflicto

Las fases del conflicto son:

1. Conflicto Latente – Formación del Conflicto:
Al finalizar la Segunda Guerra Mundial, Corea quedó a merced de las grandes superpotencias. Tras la derrota de Japón se acordó en la Conferencia de Postdam (1945) la división de dicho país en la línea del paralelo 38º. A partir de esa división la zona del Norte quedó en manos de la URSS mientras que el Sur estuvo a cargo de EEUU. Ambas crearon un Gobierno provisional propio donde Corea del Norte estaba liderado por Kim Il Sung y Corea del Sur estaba dirigido por Syngman Rhee. Las dos superpotencias se fueron retirando progresivamente, pero la influencia de estos y las hostilidades iban aumentando y cada vez había una mayor tensión entre ambas partes.

2. Escalada del Conflicto y Confrontación de intereses
La URSS hace construir en la parte norcoreana del Paralelo 38 un puesto de control, y el régimen norcoreano invoca su propia autodeterminación. En Corea del Sur, a petición de la UN, se convocan unas elecciones validas para todo Corea, pero que solo se celebran en Corea del Sur. Las incompatibilidades comienzan a ser visibles.
La situación de China donde triunfó el bando comunista en 1949, hizo que cambiara totalmente la situación geoestratégica en Asia Oriental, puesto que junto a Stalin, se convirtió en el principal apoyó del régimen norcoreano.

3. Conflicto de baja intensidad
Kim Il Sung el 25 de junio de 1950 invade a Corea del Sur atravesando el paralelo 38º. Estados Unidos reclama que el Consejo de Seguridad de la UN se manifieste.

4. Intervención Internacional – Construcción de la paz
Durante el periplo devastaron todo a su paso y los surcoreanos únicamente pudieron retirarse replegándose en Busan. La reacción por parte de EEUU fue inmediata. Los americanos lograron que la UN llevara a cabo una serie de resoluciones en el que Estados Unidos pasa a ponerse al frente de un ejército UN, integrado con otros quince Estados, para afrontar el ataque norcoreano. El hecho de que el delegado de la URSS en las UN no asistiera para reivindicar que el Consejo no aceptara a la China Popular hizo que la resolución apoyando a los EEUU fuera respaldada apresuradamente por todos los miembros del Consejo de Seguridad, con la única abstención de Yugoslavia.

5. Conflicto de alta intensidad – Resistencia
Tras la intervención de la UN comandado por Estados Unidos, el ejército chino decidió intervenir en el conflicto debido al miedo de que el ejercito internacional llegue hasta sus fronteras. El ejercito chino hizo que el ejército norteamericano retrocediera hasta el punto que dichas tropas comunistas retomaran nuevamente Seúl. El prestigioso General MacArthur estadounidense fue destituido puesto que propuso un bombardeo atómico en el norte de China e hizo que el presidente Harry S. Truman tuviera una reacción alarmante, puesto que la mera proposición podía ocasionar un enfrentamiento nuclear contra la otra superpotencia, la URSS.
En cambio, la URSS declaró su intención de no participar activamente en el conflicto, y su interés en que coexistieran los dos sistemas diferentes en la Península.

6. Alto el fuego – Imposición de acuerdos
Con la presencia del aparato militar de la UN y la intervención china, se llegó a una situación de mucha igualdad entre ambas partes, con la estabilización del conflicto. Así se inició una serie de negociaciones que acabarían en julio de 1953 con la firma del Armisticio en Panmunjong, donde se acordó una nueva línea de demarcación en torno al paralelo 38º, que actualmente se sigue conservando.
Pero este armisticio, acabo con la lucha armada, pero nunca pudo acabar con las incompatibilidades de las partes, que siguieron presentes, y aun ahora, como podemos ver en los hechos actuales, sigue existiendo y generando tensiones que amenazan opciones de retomar un conflicto armado “pausado” hace casi 60 años.
ANTONINA GONZÁLEZ
Licenciada en Estudios Orientales y en História
FRANK MORALES
Politólogo

viernes, 10 de diciembre de 2010

La Reforma Laboral dentro de una crisis social

Comentar la reforma laboral en un contexto como el actual es complicado, empezando por reflexionar qué posición es la correcta, pues en todo momento nos encontraremos con el conflicto entre empresario y trabajador. El derecho del trabajo constituye la respuesta a una crisis y a un cambio de modelo social. Es un derecho en continuo movimiento en base a la realidad social.


Se parte ya de un marcado carácter de desigualdad en la relación laboral, por lo que es necesario proteger al trabajador con derechos fundamentales ya reconocidos en los arts. 28, 35 y 37 CE, así como desde el plano colectivo. Precisamente desde este punto colectivo se critica la rigidez de nuestra normativa laboral, por lo que la discusión sigue centrándose en el plano individual. Por ello el poder empresarial utiliza tanto la vía del despido individual, considerándose el régimen de despido como una salida a la crisis, como las modalidades de contrato temporal, mecanismos por los cuales el empresario puede controlar al trabajador.


Centrándonos en el despido, como medida y respuesta a la crisis se facilita su coste. La protección individual no mejora con la reforma, teniendo en cuenta que es necesaria por nuestro sistema particular basado en las PYMES y con imposibilidad de despidos colectivos (donde se encuentra la rigidez normativa por la necesaria autorización administrativa), por ser poco personal en estas pequeñas empresas. Se facilita, pues, el despido mediante los 33 días por año de trabajo de los cuales 8 son pagados por FOGASA, no por el empresario (Fondo de Garantía Social).


El problema no son las causas de despido, sino los contratos donde se permite esta medida, pues si bien como regla general deberían ser 45 días por año trabajado (56.1a), entonces estos 33 días deberían ser una regla excepcional. Sin embargo la excepción se ha convertido en el modelo general. Para la facilidad empresarial, se fomenta el contrato con despido más barato, lo cual crea una degradación para el derecho de trabajo del propio trabajador.


La necesidad de mejora del mercado de trabajo y el objetivo de disminuir el paro configura el despido, no como garantía para el trabajador sino, como instrumento de la productividad, mediante si abaratamiento. Sin embargo, como reflexión, si se disminuyen los días se puede llegar a la conclusión de que el empresario querrá reducir costes mediante la vía de despido disminuido y no mejorará las cifras de paro, ya que por otra banda se ha fomentado la contratación temporal en lugar de indefinida; así pues, ¿es ésta la verdadera solución o solamente un “parche”? Como dato, el contrato para fomento del empleo ya fue diseñado en 1997 y como demuestran las cifran, tras una leve subida de colocaciones indefinidas (de 6% a 9%), quedó estancado y sus autores lo consideran “agotado”, además de que los empresarios desconocen sus ventajas.

Este tipo de contrato que bonifica al empresario por el contrato de colectivos especialmente desprotegidos y abarata el coste a 33 días, se convierte en el tipo general, ya no solamente para los más desprotegidos como el colectivo femenino u otros con dificultades en el acceso laboral, sino prácticamente para toda la sociedad. Será complicado que se de el caso de despido por 45 días. Con opinión de “abogado del diablo”, se bonifica al empresario y posteriormente se le facilita su despido, claramente un gran perjuicio a la ya difícil posición del trabajador.


El derecho al empleador de despedir (el único que juzga cuándo) no se discute, sino el coste laboral para ello y como encarece la producción (según palabras de Joaquín Pérez Rey, profesor de la Universidad de Castilla- La Mancha). Si el derecho al trabajo es un derecho fundamental, el despido es una limitación permitida por encontrarse en situación de conflicto dentro del ámbito empresarial.

En cuanto a las modalidades de contratación temporal, como punto de partida, nuestro Estatuto del Trabajador determina como regla general el contrato indefinido entendido por el principio de causalidad que limita el contrato temporal y la consecuencia de la conversión en indefinido por fraudes de temporales. De nuevo la regla excepcional se utiliza como regla general.


Se sigue promocionando la contratación temporal, ya con la propia temporalidad del contrato que no obliga a la indeterminación para con el trabajador, también con un despido menor que el indefinido y por el aumento de causas para esta contratación con la nueva reforma.


Se le da importancia a la nueva regulación de las ETT que abre posibilidades a la temporalidad. Regula, en primer lugar, la posibilidad de lucro, eliminando el carácter de fraudulento que se daba anteriormente a la reforma y su consecuencia en indefinido. En segundo lugar, además de posibilitar los mismos supuestos para ETT que para contratos temporales normales, con la reforma, a partir de 1 de abril de 2011, se suprimen las limitaciones que existían, con lo que se abre la cesión a puestos caracterizados por su riesgo y peligrosidad. El personal cualificado para ello no se encuentra en los trabajadores contratados por ETT puesto que no se les da la suficiente formación.


Son muchos los puntos a destacar de la reforma, sobretodo a partir del desarrollo del Estatuto. Esta desigualdad de posiciones empeora por la necesidad de mejorar el mercado laboral y económico, entonces, ¿se trata de una reforma transitoria para esperar la mejora social en un momento de crisis, o será una reforma permanente? ¿Tendremos que conformarnos con una solución parcial que limita derechos fundamentales de forma permanente? ¿Cuál es la solución a la mejora en el ámbito individual entre trabajador y empresario si la normativa no mejora? Claramente se trata de una posición pro trabajador que da lugar a muchas reflexiones, pero por supuesto, libres sois de opinar.
OLGA RAMÍREZ
Licenciada en Derecho

viernes, 3 de diciembre de 2010

Does Consensus Democracy Prevent from Presidentialization? The Case of Germany

Introduction

After World War II, the Allied Powers designed an institutional framework for Germany that constrained the executive power of the new regime and dispersed its competences. The reason to convert Germany into a semi-sovereign state was the strong and powerful executive of the previous years (Schmidt, 2003: 26). However, is it possible that the main leader of the executive (the chancellor) could increase his formal and informal powers without significant changes in the Basic Law (German constitution)? In other words, does consensus democracy prevent from presidentialization?

This paper is divided into three sections. In the first one, the patterns of democracy (Lijphart, 1999), especially the consensus model, are explained. Moreover, it is demonstrated that Germany belongs to the consensus pattern. In the second one, the process of presidentialization is presented as the study of Poguntke & Webb (2005) has established. Herein, the concept is defined, the arenas where presidentialization occurs are described and the factors that contribute to them are listed. These arenas are the executive, the political party and the electoral process. In the third section, the question of the paper is answered focusing only on the executive arena of German politics. This arena is the most representative for German presidentialization, because the consensus democracy limits the power of the executive. Thus, the study of the possible changes towards presidentialization in this arena shows the effectiveness of consensual democracy to prevent this process. Finally, in the conclusion, it is held that presidentialization is occurring in Germany and consensus democracy cannot curb that. It is beyond the purpose of this paper to study the consequences of presidentialization in German democracy.


Consensus Democracy

In 1999, Lijphart published a very useful tool to classify democracies. He identifies in his book (Lijphart, 1999) two different patterns of democracy: the Westminster or majoritarian model and the consensus model. On the one hand, the first model –Lijphart establishes– is “the government by the majority and in accordance with the majority’s wishes” (1999: 2). This majoritarian model “concentrates political power in the hands of a bare majority” and is an “exclusive, competitive and adversial” (ibid.) model of democracy. On the other hand, the second model is a democracy “characterized by inclusiveness, bargaining, and compromise”, the consensus model “tries to share, disperse, and limit power in a variety of ways”; this government includes “as many people as possible” (ibid.). To exemplify the two patterns, Lijphart considers Great Britain (before Blair), Barbados and especially New Zealand (until 1996) as prototypes of majoritarian democracies. Switzerland, Belgium (after 1993) and the European Union are prototypes of consensus democracies.

The author identifies ten characteristics that differentiate the two models of democracy. These are divided into two separate dimensions with five characteristics in each one. The first dimension is labelled as executives-parties and the second as federal-unity. The ten characteristics are listed below and, according to Lijphart classification, Germany is situated in each one. The first five characteristics correspond to the executives-parties dimension and the latter five to the federal-unity dimension:

1.- Cabinets: concentration versus sharing of executive powers. Majoritarian democracy use to have cabinets consisting only of members of the same party, in consensus democracy normally “let all or most of the important parties share executive power in a broad coalition” (Lijphat, 1999: 34). Almost all the governments in the Western Germany and reunified Germany have been coalitions (Sodaro, 2008: 538).
2.- Executive-Legislative relations. In the Westminster model, the executive is situated in a prominent position in comparison with Parliament. In non-majoritarian models, there is a balance between these two powers. Germany is, clearly, a parliamentarian regime where the Bundestag (Lower House) and Bundesrat (Upper House) have strong powers.
3.- Party system. The first model tends to be a two-party system, while the second is a multiparty one. Schmidt claims that the German party system is changing “from pluralistic fragmentation to a polarized pluralism” (2003: 135); in any case, it is clear that Germany has a multiparty system.
4.- Electoral system. Westminster uses a majoritarian and disproportional method whereas consensus uses a proportional one. The German electoral system is highly complex, but its index of disproportionality is very low (Lijphart, 1999: 313), so it could be easily catalogued as a proportional electoral system.
5.- Interest groups. Pluralism is likely to be found in majoritarian models, whilst corporatism is typically in consensus. In Germany, the mediation of government among interest groups is used normally and, moreover, there are four peak association groups: business and labour organizations, and churches and farmers’ interest groups. These two facts are distinctive of corporativist countries.
6.- Division of power. The majoritarian model tends to have a unitary and centralized government, while the consensus model tends to have a federal and decentralized government. Germany is a Federal Republic and the power of Länder is protected by the Basic Law (art. 30). (Jeffery, 2003)
7.- Division of legislative power: Unicameralism vs. strong bicameralism. Lijphart points out two conditions for strong bicameralism both of which Germany accomplishes: firstly, the procedure to elect Upper House (Bundesrat) has to be different from the election of the members of Lower House (Bundestag), and, secondly, both houses must have similar powers in the legislation.
8.- Constitutional rigidity. Flexible constitutions are typical of the Westminster model, whereas constitutions that need special majorities to be changed are in consensual democracies. Germany has a rigid constitution that needs extraordinary majorities in the Bundestag and Bundesrat, and other requirements, to reform it.
9.- Judicial review of laws. Majoritarian models do not have constitutional courts with powers to modify laws approved by Parliament, whilst the consensus model has strong judicial review institutions. The German ‘Federal Constitutional Court’ is considered as one of the most powerful judicial review institutions (Tsebelis, 2002: 231).
10.- Central banks. Executive-dependent central banks are normal in majoritarian models, while independent ones are common in consensus democracies. The Bundesbank was a strong and autonomous central bank and the European Central Bank maintains the main characteristics of the German one.

It can be observed that in each difference between the two patterns of democracy, Germany is situated in the consensus model. In the same way, Lijphart considers that Germany “could also have served as the prototype” of this pattern (1999: 249). Moreover, Poguntke states that “German democracy (. . .) should be characterized as ‘negotiation democracy’, where the power is dispersed between different levels and arenas of governance” (2005: 66); these are also the attributes of consensus democracy.

Therefore, Germany has been chosen for our case of study because it is a well-known country and it is a good example of consensual democracy . This country is used to see the influence of presidentialization in consensual democracies.


Presidentialization

Poguntke and Webb have defined presidentialization as “a process by which regimes are becoming more presidential in their actual practice without, in most cases, changing their formal structure, that is, their regime-type” (2005: 1). This section, following the study of Poguntke and Webb, is divided into three parts. Firstly, the effects caused by presidential regime are explained, because this regime is the model for presidentializations. Secondly, the arenas or faces where presidentialization occurs are described. Lastly, the factors that contribute to this process, which can be structural or contingent, are pointed out.

The authors have claimed that the presidential regime is essential to understand the process of presidentialization, because it is the model that the dynamics of other regimes follow. Therefore, in their study three broad effects caused by this regime are identified. First, the competences granted to the president let him govern without important external interferences from other powers, because in this type of regime he is not responsible to the Parliament. Second, the institutional position of the president gives autonomy to the leader from the pressure of the party. Finally, the personalization –the prominence of the leader at the expense of parties and collective identities (Karvonen, 2007: 4)– in the electoral process influence the result of elections.

These three effects allow the authors to establish three arenas or faces where the presidentialization takes place. The first one is used for the research question, the other ones are succinctly explained for the sake of completeness. To start with, the executive arena. In this face, the leader tends to expand his power toward the rest of the cabinet and the legislative power. In the second place, the party arena. The leader of the political party tends to enhance his powers weakening the territorial leaders and he also takes control of party machinery. In the last place, the electoral arena. The focus on the personality and charisma of the leader is brought by the media brings to candidate-centred campaigns, and the ideology, electoral program and parties are relegated.

Two groups of factors explain the process of presidentialization. According to Poguntke and Webb, these groups are: structural factors and contingent factors. The structural group includes four factors: internationalization of politics, growth and complexity of the state, changing structure of mass communication and erosion of political cleavages. The first two affect only the executive arena, and the fourth, the electoral process; while the third influences the three arenas. Regarding the contingent group, the authors have identified two factors: the personality of leaders and the political context, which also affect the three arenas.

In the next section, the executive arena and its related factors are used to study the effect of presidentialization in German consensus democracy. It is important to remember, then, that the factors which influence this arena are internationalization of politics, growth and complexity of the state, changing structure of mass communication, the personality of leaders and the political context.


Presidentialization in German consensus democracy

Germany has been classified previously as a consensus democracy. Moreover, this country is considered as a semi-sovereign state and a Parteienstaat (party state) (Schmidt, 2003: Chapter 2; Poguntke, 2005: 63). The power of the chancellor, as a consequence of this pattern of democracy, is restrained and with fewer competences than other executives such as the Prime Minister of United Kingdom. Nevertheless, it is important to underline that the chancellor’s position, according to the Basic Law, is more powerful than the rest of the members of the cabinet and has a certain stability from the Parliament due to the “constructive vote of no confidence” (Basic Law, art. 67); however, the executive power is dispersed and limited. Surprisingly, the chancellor has taken advantage of the resources of his position, and the process of presidentialization has occurred. The executive arena and the contingent and structural factors that affect this arena are used to examine how this process has occurred in Germany after World War II.

The first structural factor is the internationalization of politics. In Europe, two main processes are enhancing this factor: globalization (common to the entire world) and Europeanization (exclusive of members of the European Union); these processes are essential for the state and, hence, the foreign policy is also fundamental. The chancellor directly leads this policy; moreover, international and European summits contribute to the personification of politics and due to that, the chancellor enhances his powers at the expense of Parliament and Länder. However, it is important to remark that these international processes produce a loss of sovereignty of the states and that affects, also, the competences of the executive.

The second structural factor is the growth and complexity of the state. In the last 60 years, the states have increased their competences and they have specialized their departments. In the case of Germany, it is also a federal state and, then, its complexity is larger. Therefore, the chancellor has to deal with this complexity with restrained powers. He has the “pivotal role as chief negotiator in the negotiations” (Poguntke, 2009: 13) and that is the key to managing this complexity. This key has also contributed to enhancing his executive powers. Two examples of this negotiation role are listed. For example, the increasing powers of Bundesrat in the legislation have required several negotiations and the chancellor is the mediator between Land governments, federal government and the Parliament. Second example, Germany is a corporativist country and that “has given rise to a tradition of policy-making through special commissions and advisory councils that put the chancellor (. . .) at the centre stage” (Poguntke, 2005: 69). Finally, as coordinator of the executive and chief negotiator, the chancellor’s office (Bundeskanzleramt) has had to increase its size. According to data presented in Poguntke (2005: 70), Adenauer’s office had 120 staff, whereas in the late 1990s, it increased to 500, “which makes it one of the largest of its kind in Western Europe” (ibid.).

The third structural factor is the changing structure of mass communication. Poguntke & Webb have stated that the important changes in the mass media in the last 50 years have provided a “crucial power resource for chief executives to dominate their government” (2005: 17). The focus of media in the leadership of the chancellor gives him a preeminent position at the expense of the cabinet and the party. In other words, the media is expecting an opinion of the chancellor in each political issue and his posture, formally or informally, has a large influence in the decisions of the rest of the political actors.

The first contingent factor is the personality of the leaders. A contingent factor is that factor that is subjected to change; the personality of leaders, then, has different effects depending on the chancellor that is in power. As Poguntke points out (2005: 63), three main chancellors were outstanding in leadership: Adenauer, Kohl and Schröder. The first one, Konrad Adenauer, was the first chancellor after the war and his strong personal style in the chancellorship caused some concern in the Allies, because they began to think that the executive was not constrained enough. Fortunately for them, the next chancellors were less dominant figures. The other prominent leaders, Helmut Kohl and Gerhard Schröder, used extensively the negotiation role to impose their position using their charisma.

Finally, the second contingent factor is the political context. The political circumstances affect political decisions and can promote a mediocre politician to a good one and vice versa. Furthermore, in extraordinary circumstances, the executive chief could enhance his powers. For instance, one political context especially relevant in German history is the reunification. In this process, the aforementioned chancellor Kohl had a very significant paper. With few international support for the reunification, he presented the Ten-Point Program in order to reach his goal. The chancellor achieved –using his charisma, appealing to this unique context, and with solid arguments– that other powers changed their mind and adapted his posture in order to reach the reunified Germany. It seems clear that with another political context and with another leader, the result would have been completely different, but under these circumstances –and enhancing his powers– Kohl could become the leader of the reunified Germany.

To sum up, it has been observed that the five factors have influenced in the executive arena and that has been illustrated with several examples. Therefore, presidentialization has occurred in Germany.


Conclusions

The research question of this paper is whether consensus democracy prevents from presidentialization. To answer this, it has been explained, following Lijphart’s book, what the patterns of democracy are and we have realized that Germany fulfills all the characteristics of consensus democracy. After that, the concept of presidentialization has been defined and in which arenas it takes place and which factors contribute to the process has been described. From the factors that are related to the executive arena –because is the arena more affected by consensus democracy–, it has been held that presidentialization is occurring in German democracy.

From only the German case, the final conclusion of this paper cannot be extrapolated to all the consensus countries for three reasons: first, there are contingent factors that change from country to country; second, the structural ones are not equally important to all countries, and, lastly, not all consensus countries have fulfilled perfectly Lijphart’s ten characteristics. Nevertheless, Germany is a clear consensus country and, therefore, it seems that it has to be more protected against presidentialization; thus, the changes towards presidentialization that have been observed in this country must be taken into consideration for other fewer consensus countries, because this process is probably going further there.

Finally, it has been concluded that consensus democracy does not prevent from presidentialization; it implies that presidentialization cannot be easily curbed. Therefore, possible further research could be done to answer how presidentialization can be stopped, whether it is necessary to try to curb this process, or the analysis of the effects of this process on the quality of democracy in our societies. These questions were out of the scope of this paper; however, herein some interesting facts related to them can be found.


References

Karvonen, L. (2007). “The Personalization of Politics: What does research tell us so far, and what further research is in order?”. Papers for 4th ECPR Conference. Pisa.

Jeffery, C. (2003). “Federalism and Territorial Politics”. In Padgett, S., Paterson, W. E., Smith, G. (eds.). Developments in German Politics. Duke University Press, Durham.

Lijphart, A. (1999). Patterns of Democracy: Government Forms and Performance in Thirty-six Countries. Yale University Press, New Haven and London.

Poguntke, T. (2009). “The German Core Executive: Ever More Power to the Chancellor?”. Paper for American Political Science Annual Meeting. Toronto.

Poguntke, T. (2005). “A Presidential Party State? The Federal Republic of Germany”. In Poguntke, T. & Webb, P. (eds.). The Presidentialization of Politics: a Comparative Study of Modern Democracies. Oxford University Press, Oxford.

Poguntke, T. & Webb, P. (2005). “The Presidentialization of Politics in Democratic Societies: A Framework for Analysis”. In Poguntke, T. & Webb, P. (eds.). The Presidentialization of Politics: a Comparative Study of Modern Democracies. Oxford University Press, Oxford.

Sodaro, M. J. (2008). Comparative politics. A global introduction. McGrawHill, New York.

Schmidt, M. G.(2003). Political Institutions in the Federal Republic of Germany. Oxford University Press, Oxford.

Tsebelis, G. (2002). Veto players: How Political Institutions Work. Princeton University Press, New Jersey.

FRANCESC MESTRE
Estudiante de Ciencias Políticas

Nova estratègia comercial europea: comerç, creixement i solució a la crisi?

http://noalstlc.wordpress.com/2010/11/23/nova-estrategia-comercial-europea-comerc-creixement-i-solucio-a-la-crisi/

MARINA MORALES
Politóloga